Me levanto en la mañana y me propongo hacer de una vez por todas bien las cosas.
Me siento frente a la computadora y me aventuro a escribir sobre mí
Pienso qué decir de mi escasa experiencia personal, académica, laboral? Sería más fácil ser trivial aunque no debería fiarme de mi materialidad, de mi corporeidad avanzada.
Entonces mejor pienso en mis virtudes, y digo,
soy paciente, aunque suene a enfermo,
bueno quizás, pero no sería conveniente que quedara por escrito;
paso a la siguiente,
soy perseverante
y pienso
¿y eso a quien le importa?, además suena a perecedero.
Hago un esfuerzo y lo pienso mejor,
soy sincera,
aunque eso signifique que debería comenzar a enumerar mis defectos que entre otros
son
malhumorada,
ansiosa,
mentirosa,
jodida
pero por sobretodo me enojo con facilidad
tan fácilmente que me enojo al decirlo,
en realidad, estoy enojada desde que empecé a escribir esto,
ya fastidiada de mí y de mi curriculum
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