jueves, 1 de octubre de 2009

My picture of you (The cure)

i've been looking so long at these pictures of
you that i almost belive that they're real i've
been living so long with my pictures of you that
i almost believe that the pictures are all i can
feel

remembering you standing quiet in the rain as
i ran to your heart to be near and we kissed as
the sky fell in holding you close how i always
held close in your fear remembering you
running soft through the night you were bigger
and brighter than the snow and
screamed at the make-believe screamed at the
sky and you finally found all your courage to
let it all go

remembering you fallen into my arms crying
for the death of your heart you were stone
white so delicate lost in the cold you were
always so lost in the dark remembering you
how you used to be slow drowned you were
angels so much more than everything oh hold
for the last time then slip away quietly open
my eyes but i never see anything

if only i had thought of the right words i could
have hold on to your heart if only i'd thought of
the right words i wouldn't be breaking apart all
my pictures of you

Looking So long at these pictures of you but i
never hold on to your heart looking so long for
the words to be true but always just breaking
apart my pictures of you

there was nothing in the world that i ever
wanted more than to feel you deep in my heart
there was nothing in the world that i ever
wanted more than to never feel the breaking
apart all my pictures of you

MI DUELO

Voy a empezar borrando las imágenes que me quedan en este espacio material y en mi memoria,
Voy a morderme la lengua para ya no hablar
Eliminar tu número y hasta destrozar el teléfono contra la pared
Voy a intentar llegar a casa sin llorar ante la oscuridad y el vacío
Reconstruir los fragmentos de la vida que ansié tanto hasta perder
Voy a caer en la cuenta de los días anteriores a tu presencia que hoy me parece vital
Voy a dejar de reprocharme el no advertir las huellas del propio olvido y el abandono
Dejar de desear ser tu mujer y la madre de tus hijos
Dejar de soñar con nuestro lugar
Voy a llorar hasta quedarme dormida
Y dejarte en paz

Voy volver a mirarme en el espejo e intentar reconocerme como lo que alguna vez creí ser
Dejar de ver tu fantasma en la puerta esperándome
Intentar por sobre todas las cosas dejar de extrañar tu cuerpo en el mío

lunes, 14 de septiembre de 2009

Vacío hecho realidad

De una corta relación y de una larga conversación solo queda esto
Una silla vacía frente a otra
Un deseo y nada mas
Cada minuto cuenta y cuesta
Un auto viejo, el que tanto queríamos, hecho chatarra
Después de todo, que se puede esperar de un mundo en conservas
Todo tiene fecha de vencimiento
Incluso lo que parecía perdurar

Sin rumbo y sin paz
Voy a contar las horas, tratando de volver a conciliar mis sueños
La gente pasa, el bondi, los coches, los perros de la calle
Esta todo tan triste, que ya nadie reclama
Y yo grito como si fuera fácil volver de lo negro
de lo malo, de lo perdido
Me quedé afuera, sola, confundida, olvidada
Una familia, un amante, una casa y un perro

El abandono del padre de la madre del amigo del hermano
El de la tía el de los abuelos el de los amantes
Siempre es olvido

Un mensaje enviado con éxito
Pero sin respuesta

domingo, 13 de septiembre de 2009

"Soñé que iba al doctor y me daba ocho minutos de vida. Habίa estado esperando sentada en la puta sala de espera media hora"

Sarah Kane y una declaración de amor

Quiero dormir a tu lado y hacerte las compras y cargarte las bolsas y decirte cuánto me gusta estar contigo pero me siguen obligando a hacer estupideces (...) Y quiero jugar a las escondidas y regalarte mi ropa y decirte cuánto me gustan tus zapatos y sentarme en el borde de la bañera mientras te bañas y hacerte masajes en el cuello y darte besos en los pies y llevarte de la mano e irme contigo a cenar y que no me importe que comas de mi plato y encontrarme contigo en el Rudy's y hablar del día y escribir tus cartas y llevar tus cajas y reírme de tus paranoias y regalarte discos que nunca escucharás y ver películas buenísimas y ver películas malas y quejarme del programa de radio y hacerte fotos mientras duermes y levantarme para prepararte café con tostadas y pancitos y salir contigo a tomar un café al Florent en medio de la noche y dejar que me robes los cigarrillos y que nunca tengas fuego y contarte lo que vi en la tele la otra noche y acompañarte al oculista y no reírme de tus chistes y desearte por la mañana pero dejarte dormir un poco más y mientras darte besos en la espalda y acariciar tu piel y decirte cuánto me gusta tu pelo, tus ojos, tus labios, tu cuello, tu pecho, tu culo y sentarme a fumar en la escalera hasta que vuelva tu vecina y sentarme a fumar en la escalera hasta que vuelvas y preocuparme cuando te atrasas y asombrarme cuando te adelantas y regalarte girasoles e ir a tu fiesta y bailar hasta quedar negro y estar triste cuando me equivoque y feliz cuando me perdones y mirar tus fotos y desear haberte conocido desde siempre y sentir tu voz en mis oídos y sentir tu piel contra mi piel y tener mucho miedo cuando te enojes y se te ponga un ojo negro y otro azul y tu pelo hacia la izquierda y una cara de oriental y decirte estás preciosa y abrazarte cuando estés ansiosa y abrazarte más cuando sufras y desearte sólo con olerte y abusarme al tocarte y gemir cuando esté a tu lado y gemir cuando no esté a tu lado y babear sobre tu pecho y envolverte toda la noche y sentir frío cuando me quites la manta y sentir calor cuando no lo hagas y derretirme cuando sonrías y desintegrarme cuando rías y no entender y preguntarte por qué crees que te estoy rechazando cuando no te estoy rechazando y preguntarme cómo puedes pensar que yo sería capaz de rechazarte a tí y preguntarme quién eres, pero aceptarte igual y contarte acerca del ángel del niño del bosque encantado que voló sobre el océano porque te amaba y escribirte poemas y preguntarme por qué no me crees y tener un sentimiento tan profundo que no encuentra palabras y querer comprarte un gatito y sentir celos de él cuando reciba más atención que yo y retenerte en la cama cuando te tengas que ir y llorar como un bebé cuando finalmente te vayas y vaciar los ceniceros y comprarte regalos que no quieras y llevármelos otra vez y pedirte que te cases conmigo y que me digas que no otra vez, pero siempre fue en serio desde la primera vez y deambular por toda la ciudad pensando que sin tí está vacía y querer todo lo que quieres y pensar que me estoy perdiendo a mí misma y saber que contigo estoy a salvo y contarte de mí misma lo peor e intentar darte lo mejor porque lo mereces y contestar tus preguntas cuando prefiera no hacerlo y decirte la verdad cuando en realidad no quiera e intentar ser honesta porque sé que lo prefieres y pensar que todo se acabó pero aferrarme allí durante diez minutos más hasta que me eches de tu vida y te olvides de quién soy e intentar acercarme a tí porque es hermoso aprender a conocerte y el esfuerzo vale la pena. Y hablarte mal en alemán y peor en hebreo y hacer el amor contigo a las tres de la madrugada y de alguna manera comunicarte ese amor abrumador, arrasador, incondicional y omnipresente que enriquece el corazón y libera la mente, ese amor eterno y presente que siento por tí.

Sarah Kane y una declaración de amor

Quiero dormir a tu lado y hacerte las compras y cargarte las bolsas y decirte cuánto me gusta estar contigo pero me siguen obligando a hacer estupideces (...) Y quiero jugar a las escondidas y regalarte mi ropa y decirte cuánto me gustan tus zapatos y sentarme en el borde de la bañera mientras te bañas y hacerte masajes en el cuello y darte besos en los pies y llevarte de la mano e irme contigo a cenar y que no me importe que comas de mi plato y encontrarme contigo en el Rudy's y hablar del día y escribir tus cartas y llevar tus cajas y reírme de tus paranoias y regalarte discos que nunca escucharás y ver películas buenísimas y ver películas malas y quejarme del programa de radio y hacerte fotos mientras duermes y levantarme para prepararte café con tostadas y pancitos y salir contigo a tomar un café al Florent en medio de la noche y dejar que me robes los cigarrillos y que nunca tengas fuego y contarte lo que vi en la tele la otra noche y acompañarte al oculista y no reírme de tus chistes y desearte por la mañana pero dejarte dormir un poco más y mientras darte besos en la espalda y acariciar tu piel y decirte cuánto me gusta tu pelo, tus ojos, tus labios, tu cuello, tu pecho, tu culo y sentarme a fumar en la escalera hasta que vuelva tu vecina y sentarme a fumar en la escalera hasta que vuelvas y preocuparme cuando te atrasas y asombrarme cuando te adelantas y regalarte girasoles e ir a tu fiesta y bailar hasta quedar negro y estar triste cuando me equivoque y feliz cuando me perdones y mirar tus fotos y desear haberte conocido desde siempre y sentir tu voz en mis oídos y sentir tu piel contra mi piel y tener mucho miedo cuando te enojes y se te ponga un ojo negro y otro azul y tu pelo hacia la izquierda y una cara de oriental y decirte estás preciosa y abrazarte cuando estés ansiosa y abrazarte más cuando sufras y desearte sólo con olerte y abusarme al tocarte y gemir cuando esté a tu lado y gemir cuando no esté a tu lado y babear sobre tu pecho y envolverte toda la noche y sentir frío cuando me quites la manta y sentir calor cuando no lo hagas y derretirme cuando sonrías y desintegrarme cuando rías y no entender y preguntarte por qué crees que te estoy rechazando cuando no te estoy rechazando y preguntarme cómo puedes pensar que yo sería capaz de rechazarte a tí y preguntarme quién eres, pero aceptarte igual y contarte acerca del ángel del niño del bosque encantado que voló sobre el océano porque te amaba y escribirte poemas y preguntarme por qué no me crees y tener un sentimiento tan profundo que no encuentra palabras y querer comprarte un gatito y sentir celos de él cuando reciba más atención que yo y retenerte en la cama cuando te tengas que ir y llorar como un bebé cuando finalmente te vayas y vaciar los ceniceros y comprarte regalos que no quieras y llevármelos otra vez y pedirte que te cases conmigo y que me digas que no otra vez, pero siempre fue en serio desde la primera vez y deambular por toda la ciudad pensando que sin tí está vacía y querer todo lo que quieres y pensar que me estoy perdiendo a mí misma y saber que contigo estoy a salvo y contarte de mí misma lo peor e intentar darte lo mejor porque lo mereces y contestar tus preguntas cuando prefiera no hacerlo y decirte la verdad cuando en realidad no quiera e intentar ser honesta porque sé que lo prefieres y pensar que todo se acabó pero aferrarme allí durante diez minutos más hasta que me eches de tu vida y te olvides de quién soy e intentar acercarme a tí porque es hermoso aprender a conocerte y el esfuerzo vale la pena. Y hablarte mal en alemán y peor en hebreo y hacer el amor contigo a las tres de la madrugada y de alguna manera comunicarte ese amor abrumador, arrasador, incondicional y omnipresente que enriquece el corazón y libera la mente, ese amor eterno y presente que siento por tí.

sábado, 5 de septiembre de 2009

martes, 1 de septiembre de 2009

Un mundo nuevo

Espejo Cultural

Estas Fotografías tratan de reflexionar sobre el espacio público como un escenario de encuentros en el cual diversos grupos y clases aparecen juntos, entremezclándose e interactuando. Percibo este espacio como un espejo a través del cual podemos percibirnos como latinoamericanos.








domingo, 19 de julio de 2009


PARTE III

El Primero de una larga lista

Ese día Cecilia y Juan, partieron más temprano de lo común y al llegar a la casa, Beatriz, sintió un olor muy intenso y desagradable. Era una mezcla de óxido con ácido acético, un aroma una tanto indescriptible pero aun así muy familiar.
Así que entró en el baño para cambiarse tal cual lo hacía cada día de limpieza, notó que el olor se intensificaba en el baño, aunque estaba reluciente. Abrió la puerta de la bañadera pues desde allí provenía, según su olfato, ese desagradable pestilencia y fue cuando se encontró frente a la enorme mancha que según sus deducciones se había engrandecido increíblemente, sobre todo al pensar que no hacia más de dos días que la había visto por última vez.
Esta situación la preocupó a tal punto que buscó el número de la oficina de Cecilia para avisarle el altercado.

Lo que paso a contar sigue siendo inexplicable, la cuestión es que Cecilia, nunca recibió el llamado, y al volver a la casa encontró a Beatriz tirada en la bañadera, muy pálida, con los ojos muy abiertos y balbuceando. Cecilia corrió a llamar a una ambulancia pero al levantar el tubo, una voz femenina le indicó, con voz suave y despreocupada, que momentámente el servicio se encontraba inhabilitado para realizar llamadas, que se comunicara al 114 y algunos datos más.

Cecilia volvió al baño y Beatriz había adquirido un color morado, como si se estuviera ahogando, algo muy extraño invadió a Cecilia, fue placentero verla morir pensó y se sentó a contemplar el último respiro de la vieja mujer moribunda.

Una hora después, la puerta del departamento se abrió. Cecilia sintió miedo y vergüenza por la situación, ¿que le diría a Juan?, quizás pensaría que Cecilia la había estrangulado o algo por el estilo.Cecilia se sobresaltó ante los pasos de Juan, se reincorporó y abrió la puerta, sin saber que decir ni hacer.

Juan vio sin mirar a la mujer que hasta hacía poco limpiaba la casa tendida en el piso. Y besó profundamente a Cecilia. El cuadro era siniestro y a la vez romántico.
El cuerpo fue colocado en la bañera y desintegrado con ácidos.

A la mañana siguiente la mancha volvió a su tamaño habitual. Juan y Cecilia buscaron a alguien más que limpiara la casa departamento.

domingo, 5 de abril de 2009

viernes, 27 de marzo de 2009



PARTE II
II. El arribo de Beatriz
A mediados de agosto, Cecilia tuvo que tomar la decisión de contratar a una mujer para que le ayudara con los quehaceres de la casa Esto se debía a que repentinamente le habían aumentado horas y sueldo en su trabajo. Aunque a Juan no le gustó la idea, Beatriz, una mujer adulta, bastante tranquila, empezó a realizar la limpieza, que estaría, metódicamente, dividida en días y lugares.
Los días lunes, miércoles y viernes, se ordenarían las habitaciones, el baño y la cocina. Los martes y jueves el comedor y el patio. Finalmente Cecilia, personalmente, se encargaría de la ropa, tanto de su lavado como de su planchado.
A pesar de que Beatriz era una mujer que rondaba los 60 años era muy vital, Cecilia se admiraba por ello y por su silencio. La mujer vivía lejos de allí, todos los días viajaba en colectivo para llegar a la casa. La hora de entrada era a las 9 y ella misma era quien determinaba la salida en función de la limpieza o suciedad del lugar. Por ese entonces la casa lucía radiante, limpia, fresca. A Juan le recordaba su infancia.
Una mañana, durante la limpieza del baño, Beatriz observó, sorprendida, que la mancha de humedad del techo, se había extendido sobradamente.
Siempre pensaba que esa humedad era lo único que desentonaba con la casa que estaba tan bien cuidada. Ella, que había trabajado mucho en diferentes casas y departamentos conocía múltiples problemas relacionados con el mantenimiento de los hogares, incluso una vez había sido víctima de un derrumbe en una casa, ocurrido por el mal estado de los cimientos y se había agravado por la presencia de humedad. Ese hecho que había ocurrido ya 20 años atrás, todavía le causaba escalofríos.
Beatriz vio cómo, cada día, la mancha avanzaba, sin que nadie comentara nada al respecto.

CONTINUARÁ...

domingo, 15 de marzo de 2009



PARTE I

I. La llegada
El departamento se ubicaba estratégicamente cerca del centro y en la tranquilidad de un barrio. Era un lugar acogedor con buena iluminación, dos habitaciones amplias con placard, Water Closet, cocina unida al comedor por medio de un bar de madera oscura, piso de parquet en buen estado, aberturas firmes y macizas, ventanas amplias, herméticas, y un pequeño patio que daba al jardín interno del edificio rodeado de árboles, paraísos, y ombúes, postal trasera que terminaba un recorrido poco habitual en la tediosa búsqueda de un lugar.
Los primeros en llegar fueron una pareja adulta y sin hijos. El lugar les maravilló. Se mudaron los primeros días de julio justo antes de que se asomaran los fuertes vientos de agosto. Para entonces, Cecilia y Juan, decidieron no hacer cambios en el color de las paredes, el blanco estaba bien, además contribuía a la luz natural del lugar. Ni cambios importantes ni cambios mínimos, vivirían tal cual el lugar se veía, por ahora. Trajeron sus muebles modernos que quedaban a la perfección en el nuevo lugar más espacioso y antiguo que la anterior casa que habían habitado durante casi 10 años. Se instalaron bastante rápido, brotados de una ansiedad inusitada, parecían dos niños peleando por quien era el más veloz en acomodar las cosas. Durante aquella primer noche, hicieron el amor y después quedaron profundamente dormidos.
En la mañana, el lugar lucia aún más hermoso. El departamento, que al poco tiempo llamaron casa, se hizo querer mas rápido de lo que habían pensado. Incluso la propia pareja había experimentado una mejoría en sus relaciones, desde que se mudaron a la casa. El anterior refugio se hizo un recuerdo cada vez más efímero y distante en sus vidas.
Así pasaron los días, entre el trabajo y las salidas, planearon inaugurar el departamento, invitar algunos amigos, tomar unos tragos, tal vez hasta bailar un poco. Cecilia organizaría la cena y las bebidas, como de costumbre, mientras que Juan se encargaría de invitar sólo a los amigos más cercanos debido a la intimidad del encuentro en la nueva casa.
La noche de la cena , llegaron uno a uno los invitados que ascendieron a 10, un número impensado en la pretérita casa más pequeña y deslucida. Cecilia estaba espléndida con el vestido rojo que tanto le gustaba y que hacía a poner a Juan celosamente observador.
Sus amigos quedaron encantados con el lugar, recibieron halagos de los más alentadores, poniendo en evidencia el buen gusto de la pareja, hablaron de la buena ubicación del lugar, de la tranquilidad y de la escasz de vecinos molestos o ruidosos.
Sin embargo, algo se les pasó y sólo uno de los invitados percató aquello.
Álvaro, un amigo reciente de la pareja que había conocido a Juan por intermedio de su estudio de arquitectura, quien era además y no por ello menos importante, maestro mayor de obras, descubrió algo que ni Juan ni Cecilia habían notado en los días anteriores. Había descubierto una mancha de humedad bastante avanzada pero pequeña, en el techo de la bañera.
Cecilia y Juan experimentaron una sensación molesta, fue como si de repente Álvaro hubiera cuestionado no sólo la mancha sino la casa y hasta a ellos mismos. De repente se sintieron incómodos, avergonzados heridos, y hasta ofendidos por el incidente tal cual le llamaron después.
Este hecho pareció marcar el fin de la velada pues Cecilia y Juan no pudieron dejar de hablar del tema, parecían apesadumbrados por la mancha que hasta ese momento no existía ni en la nueva vida ni en la nueva casa. Los amigos no podían creer cómo aquel detalle había llevado a la pareja a una casi obsesiva búsqueda de argumentos que explicasen la existencia inadvertida de la mancha de humedad. Al punto tal que propusieron ir a tomar unos tragos, con el sólo propósito de salir de la casa, olvidar lo sucedido y librarse de los únicos testigos del hecho. Matar dos pájaros de un tiro pensó Juan. Esa noche volvieron a la casa tan borrachos que se olvidaron finalmente de la mancha.
Cecilia se desnudó primero y de este modo comenzó el juego de vestido–¬desnudo, que tanto les gustaba. El juego consistía en que uno de ellos, debía permanecer vestido, mientras el otro desnudo. Éste último comenzaba a tocar, besar, lamer, en pequeñas zonas, ir de a poco abriendo paso a la desnudez.
Los roles se establecían de acuerdo a cuál era el primero en desvestirse, se podría decir, que el más excitado comenzaba el juego. El vestido no debía moverse, sólo debía dejarse hacer lo que el desnudo proponía, era como una especie de violación y eso era, posiblemente, lo que a ambos les excitaba.
Al día siguiente, Juan se levantó y fue a darse un ducha, tenía un dolor de cabeza muy fuerte, y aunque había bebido demasiado, creía que todo se debía a la preocupación nacida ante presencia de la oscura mancha de humedad. El fastidioso asunto que incluía entre muchos otros, encontrar un plomero que lo arreglara pronto, saber de dónde provenía, lidiar con el vecino en caso de que la responsabilidad fuera del otro, romper, arreglar, inhabilitar, y todo lo referido a humedades que ya cada quien ha padecido.
Entonces entró a la bañera, al llegar observó el techo, la mancha se encontraba allí pero no tenia la apariencia de la noche anterior, estaba como si se hubiera secado por la noche, como si en silencio se hubiera curado sola, y a Juan entonces ya no le pareció tan urgente la idea del arreglo, quizás hasta podrían esperar un mes antes de que llegara el fuerte calor y las lluvias de diciembre. Salió rápido y se lo contó a Cecilia, quien de un salto se levantó, sólo a verla e ironizar con respecto a su amigo Álvaro y su particular capacidad a de decir las cosas exagerando su gravedad.
Fue así que ambos sonrieron y lo pospusieron.